viernes, 21 de febrero de 2014

El EGO, eso que casi nadie sabe reconocer.

Por Mariano Alameda.

Hay una serie de acontecimientos, recordados o no, que van a marcar los relieves por donde la vida transcurrirá. Esos nudos originales, conflictos y ansiedades infantiles -generados siempre por una falta de amor y conocimiento, generados por una sociedad pervertida por el egoismo, cargados de las emociones asociadas a lo acontecido -van aquedar fijado en la memoria consciente o inconsciente demarcando la identidad de la persona desde sus origenes, definiendo lo que creemos ser, lo que nos gusta y no nos gusta, lo que deseamos y tememos, lo que rechazamos y lo que buscamos. Y esos nudos emocionales que forman el ego, nos marcan el el destino de lo que nos va a tocar vivir.

El funcionamiento del Universo, que busca como objetivo último el eliminar cualquier tipo de identificación equivocada en la búsqueda de una sanación, una liberación, una unificación final con la totalidad, con la divinidad, va a hacer que cada una de esas experiencias, de alguna manera, se repita continuamente, cada cierto tiempo, intentando que la persona supere los condicionamientos que generó. Si no se atreve a superar su problema, le pasará el conflicto a sus hijos, de modo especular. El nudo se va a transmitir,generación tras generación, hasta que al final se deshaga a no ser que haya sido curada por la generación previa. El nudo, si no se deshace por discernimiento, se acabará disolviendo por sufrimiento, porque llegará un momento en que una persona, harta de sufrir, decida encontrar soluciones nuevas a los viejos problemas, tomar conciencia de lo que está sucediendo y tomar las medidas oportunas. En ocasiones se tarda cuatro o cinco generaciones en encontrarse un ser despierto que indague, arriesgue, y apueste por comprenderse y realizarse.

Otros, ingenuos, pretenciosos, engreídos y aterrados, deciden no hacerlo, simplemente. Y ejercen su derecho de vivir en el dolor del ego, en su libertad de sufrir y hacer sufrir. Lo que no saben es que lo que llaman "estar normal" no es más que una patología, y que cabe la posibilidad de reencontrarse con el Edén.

Pero algunos portadores de la luz, mutantes, conscientes y humildes, deciden dejar de fingirse felices, dejar la codicia y la culpa, dejar la ansiedad y el miedo y comenzar el Camino del Héroe, un sendero tortuoso y lleno de sorpresas, dificil, pero maravilloso en el que, al final, como en las grandes historias épicas, se encontrarán con su verdadero Rostro Original. 

Y esto, se sabe desde hace miles y miles de años aunque el reverso tenebroso intente ocultarlo.